lunes, 14 de abril de 2008

Entrenando con mi cuñado José Marquez Ladrón de Guevara

Hola, el sábado día 12 me desplacé a Torija con mi bicicleta. Había quedado con mi cuñado José para acompañarle en su entrenamiento previo al maratón de Madril, el próximo 27 de Abril.

La idea era acompañarle durante todo el trayecto que, en principio, iba a ser de dos horas, pero que luego se alargó a dos horas y cuarenta y tres minutos. Mi tarea era la de controlarle la velocidad, los kilómetros, la velocidad media y darle ánimos.

A las diez y cuarto, más o menos, de una fresquita mañana, salimos por la carretera de Caspueñas. A unos doscientos metros entramos en un camino que, en su trayecto, cruzaba las vías del AVE por un puente y se dirigía recto a Valdegrudas.
En el primer cruce giramos a la izquierda y seguimos durante un buen trecho el camino. En el siguiente cruce nos desviamos a la derecha y nos sumergimos de lleno en el frondoso bosque de encinas que hay por la zona al norte de Valdegrudas.
Unos kilómetros más adelante, contactamos con la carretera que se dirige a Caspueñas, la seguimos durante unos metros hasta el empalme que va a Atanzón y allí nos dirigimos.

Al llegar a Atanzón, giramos a la derecha por la carretera y pusimos rumbo a Centenera. Al bajar a Centenera (menudo desnivel), subimos hasta Valdegrudas siguiendo el camino que va junto al río Matayeguas. Una subida suave pero constante; al llegar al pueblo, subimos una ladera muy empinada donde contactamos con el camino que nos llevaría hasta Torija de vuelta.

El camino, por cierto, era el mismo por donde habíamos venido al empezar la ruta.

Bueno, fueron 33 kilómetros los que realizó José en dos horas y cuarenta y tres minutos, a una velocidad media de 12,15 kilómetros por hora. Terminó muy bien sin apenas dolores y con la certeza de poder enfrentarse al maratón que está a la vuelta de la esquina.

Ya os contaré lo que pase el día del maratón.

Saludos.

domingo, 6 de abril de 2008

Un fin de semana movidito.

Hola, no hace mucho que empecé ( un mes y una semana) a combinar mis salidas en bicicleta con correr a pie y ya aguanto cuarenta y cinco minutos sin parar. Es todo un logro para mí, teniendo en cuenta que correr más de 10 minutos era todo un calvario. En bicicleta puedo estar más de siete horas pedaleando sin problemas físicos de ninguna clase, pero correr a pie ya era otro cantar.

Salgo a correr tres días y alterno con la bicicleta de montaña, pero esta semana he salido cinco días a correr y el cuerpo me pide más. Como me siento en forma y puedo correr casi la hora sin problema alguno, este fin de semana me he puesto a prueba: el sábado, en Trijueque, corrí 8,230 km en 45 minutos ( ver mapa de ruta) y a pesar del calor aguanté como un machote, pero no conforme con la "gesta" corrí, el domingo, por mi zona 7,860 km en 47 minutos; sí ya sé que es menos distancia y más tiempo, también terminé algo más cansado, pero lo importante es que ya tengo ganas de salir otra vez.

En las próximas salidas quiero correr los 10 km en una hora y ya os contaré mi experiencia.

Ruta del sábado en Trijueque, Urb. la Beltraneja










Ruta por mi zona el domingo, Pioz, Pozo Guadalajara


miércoles, 2 de abril de 2008

Ruta a Peña Hueva, a Valdegrudas, Aldeanueva...

Vista desde Peña Hueva


Habíamos quedado, como ya era habitual, a las 7:15 de la mañana de aquel frío sábado en un bar cerca de la gran fábrica de vidrio en Azuqueca, donde, tras tomar un donuts de azúcar con un buen café, salimos con las bicis rumbo a Guadalajara.

Después de doce incómodos kilómetros entre polígonos y sorteando coches, llegamos al palacio del Infantado, nos esperaba Juan (Valde) ya preparado con su bicicleta y ropa de equipo. Tras saludarnos cogimos rumbo a las afueras de Guadalajara cruzando todo el centro.


En la torreta de vigilancia

El plan, era subir por el camino que llega hasta la famosa peña Hueva, ya fuera de la ciudad, de unos cuatro kilómetros de dura subida sin apenas repechos donde poder descansar. Tras la difícil y penosa ascensión nos hicimos unas fotos en la torreta de vigilancia que está en la cima. Mientras descansábamos, hablamos de las dificultades del terreno, de la impresionante vista del paisaje... ¡Desde allí se podían ver los nuevos rascacielos de Madrid!

Comimos algunas barras energéticas y bebimos agua, nos montamos en las bicis y a pedalear. Durante un tramo de la ruta, el camino había desaparecido, coño, no había camino y tuvimos que improvisar yendo campo a través hasta contactar con un camino que nos llevó hasta las vías del AVE. Desde allí todo era recto y cuesta abajo hasta Valdegrudas, el pueblo de Juan.

Andrés, sin manos, y Juan.

Cuando llegamos Valdegrudas, ya nos esperaba Manu, un amigo y compañero del trabajo. Había venido en su coche.

En casa de los abuelos de Juan, nos refrescamos con unas birras y picoteamos un poco de los manjares típicos de la alcarria: queso, chorizo, etc.

Los cuatro fantásticos en casa de Juán.

Dimos un paseo, birras en mano claro, y tras hacer fotos y contemplar el pueblo, decidimos seguir la marcha rumbo a Aldeanueva de Guadalajara por un camino que discurre junto al río Matayeguas, que más adelante, se juntará con el río Hugría y juntos desembocarán en el Tajuña.

Un paseo por Valdegrudas.


Subir a Aldeanueva por la vertiente Este no es la más recomendable para hacerlo en bicicleta, ni tampoco andando, la verdad. En poco más de 600 metros la subida es brutal y hay que estar en muy buena forma para aguantar el desnivel sin bajarse de la bici. En nuestro caso los tres nos bajamos y andamos el repecho que faltaba hasta las primeras casas donde ya comienzaba a llanear. Sobre las bicicletas, continuamos la ruta rumbo a Iriepal. Manu, nos seguía, pacientemente en su coche .


Tomando unas birras con el valle del Matayeguas detrás.


Tras unos kilómetros por carretera, llegamos a una fuerte bajada que, en un periquete y sin pedalear, nos dejo a la entrada misma Iriepal. Desde allí llegamos a Guadalajara en pocos kilómetros y una vez en la ciudad nos separamos, Manu y Juan por un lado y Andrés y yo seguimos la ruta hasta Azuqueca.

En el mismo bar donde habíamos quedado por la mañana, nos tomamos unas cervezas para refrescarnos. Luego, nos despedimos. Estábamos cansados pero alegres.

La ruta ha sido impresionante en todos los sentidos, su larga distancia, junto a los grandes desniveles, la convierten en una ruta de 76 kilómetros muy agotadores, pero que te llenan de satisfacción y buenas sensaciones.

A la entrada de Valdegrudas

Ruta recomendable que volveremos a repetir.