martes, 29 de julio de 2008

Subiendo al Monte Ecce Homo en bicicleta


Otro día más he quedado con Antonio y su colega para dar una vuelta con las bicicletas. En princípio habíamos quedado en Anchuelo, pero al final nos vimos en el gran "parque de los Cerros", y tras una rápida deliberación decidimos subir el Ecce Homo, un cerro de más de 800 metros que se encuentra justo en frente de Alcalá de Henares y que se puede ver desde toda la zona del Corredor.

El pedazo de paisaje que se ve cuando llegas a la cima compensa el sufrimiento para coronarla. ¡Imposible subirlo montado en la bici! ¡Las pendientes, con un suelo de gravilla suelta, hacen difícil subirlo incluso andando! Bajar es otra cosa, pero recomiendo una buena revisión de frenos y mucha sangre fría. Antonio nos hizo una demostración de como hay que bajar sin romperse nada.

Aquí dejo un vídeo muy bien realizado, por cierto, por FOREMAN donde se pueden ver unas imágenes muy bien hechas del lugar en cuestión. El otro vídeo es del Ecce Homo pero con imágenes del mapa Google Hearth y éste sí que es mío.





Tras la bajada, muy corta por la velocidad que llevábamos, nos fuimos a ver las ruinas de lo que parece una antígua fortaleza medieval y unas cuevas muy cerca del lugar hechas por la mano del hombre. Al parecer las están restaurando o algo por el estilo. Tienen unas lonas blancas que las cubren.

Decidimos volver a Alcalá, pero por la ruta más corta: cruzando el río Henares, no por el puente como las personas normales, no, sino vadeando el río con los pies descalzos, zapatillas al cuello y bicicleta por el agua, como Dios manda. ¡Aventura a tope sin complejos!

Ya en Alcalá, nos compramos unas cervezas y fuimos al río a tomarlas con unos amigos de Antonio que, por lo que a mí me pareció estaban pescando, no sé qué, pero allí estaban todos, perros incluidos, sentados bajo un gran chopo tomando cerveza y hablando de sus cosas. Se estaba muy agusto, pero yo tenía que volver a casa y aún me quedaba un buen trecho. Así que apuré la segunda lata de Mahou, cogí mi "cabra", me despedí y emprendí camino rumbo a casa. ¡Más subidas, mucho calor y hambre de catorce días! Por fin llegue a casa y pude darme una buena ducha y comer.

Hoy recorrí 54 kilómetros, no son muchos, pero si tenemos en cuenta las subidas, muchas por cierto, la sensación es de como si hubiera recorrido unos ochenta kilómetros, o más.

Resumiendo: agradable día de bicicleta e inolvidables paisajes y terrenos del "Parque de los Cerros"con sus montes y bosques de pinos. Pero lo mejor: cuando cruzamos andando el río Henares...

Muy recomendable subir el cerro Ecce Homo y hacer muchas fotos.

Otro día contaré cuando subimos a Santos de la Humosa desde Anchuelo, pero eso es otra historia...

Saludos.

lunes, 14 de julio de 2008

Anoche, saboreé el momento.

Hola: anoche decidí salir a correr tras un fin de semana muy relajado. Después de haber cenado me puse la vestimenta adecuada para éstos casos y me dispuse a correr. En principio solo iba a dar una vueltecita al pueblo, ( tres kilómetros) pero cuando me día cuenta ya llevaba tres vueltas (9 kilómetros) y decidí dar una más, me sentía bien. Total: 11 kilómetros 300 metros y aún tenía ganas de dar un par de vueltas más, pero eran las doce de la noche y me estaba pasando de tiempo y seguro que Eva estaba preocupada, le dije que en veinte minutos volvería y estuve una hora y diez minutos.
Al llegar a casa resulta que nadie me esperaba, todo el mundo dormía placenteramente.

Muchas veces pregunté, a gente que corre, si era posible disfrutar mientras vas corriendo como cuando vas en bicicleta y saboreas el momento, y las respuestas eran que sí, pero que con el tiempo ya que hace falta mucho entrenamiento y estar en forma para llegar a ese momento de "gracia". Pues bien, yo disfruté anoche corriendo, saboreé el momento y creo que hubiera hecho media maratón o más sin ningún problema...

Saludos.

martes, 8 de julio de 2008

Sigo y sigo corriendo

Hola, ésta mañana, tras llevar a Adrián en bicicleta a la guardería me he puesto los pantalones cortos, me ajusté las zapatillas, llené la botella de agua, me coloqué la gorra y me fuí a correr por los caminos polvorientos he infinitos de ésta zona del Sur de la Alcarria.

Sólo corrí nueve kilómetros, en cincuenta minutos, pero disfrutando como cuando te comes una dulce y fresca sandía sin ninguna preocupación externa que te distraiga y puedes saborear cada bocado... En mi caso: "saboreé" cada paso, cada metro; me sentía pletórico, lleno de emoción y alegría (cuando baje al curro ya llegará algún desgraciao que me devuelva a la realidad, pero bueno eso es otro tema) no sentía dolores ni me molestaba nada; alucinaba en colores (que conste que no tomo cosas raras. Sería el café del desayuno que estaba bien cargado... o las magdalenas...)

Luego, después de los nueve km, anduve un rato recreándome en en las cosechadoras mientras segaban la amarilla y seca cebada en una mañana no muy calurosa y algo nublada de éste templado mes de Julio.

Resumiendo, una muy benigna mañana para correr.

Saludos.

lunes, 7 de julio de 2008

Correr de noche


Llevo unos días corriendo por la noche ya que ahora en verano el calor es pavoroso. Gracias a mi linterna frontal de iluminación led, muy potente por cierto, puedo recorrer los caminos cuando el astro Rey ya está fuera del horizonte y tengo que decir que la experiencia es única y conmovedora.


Lo primero es el descenso muy acusado de la temperatura, seguido de olores diferente y una percepción del entorno muy distinta a cuando hay luz solar. Se ven más animales que por el día, bueno lo primero que ves de ellos es el brillo de sus ojos cuando es reflejado la luz de la linterna, los pájaros están en los árboles, ves sus ojos, otros están en el camino y salen volando, ves ratones de campo, gatos, líneas interminables de hormigas y lo que yo llamo diamantes de la noche que no es otra cosa que arañas, arañas muy grandes de más de tres centímetros que pululan por los caminos o esperan en algún rincón a sus presas. Se ven muchas, pero lo curioso y por eso las llamo diamantes: es el brillo que reflejan sus ocho ojos cuando se iluminan con la linterna. En serio, parece un diamante brillando en la oscuridad del camino. Cuando te detienes y las miras, puedes ver que de diamantes tienen poco, pues son muy grande y asquerosas, pero el brillo de los ocho ojos parece surrealista. Salid una noche y las veréis, impresiona.

Si no os gusta el Sol por el motivo que sea, siempre tenéis las alternativas de madrugar muchísimo o de correr por la noche. Personalmente prefiero la noche, madrugar duele.

Saludos.